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La Casa de la radio

Uno de los dos documentales proyectados en la 55 Muestra internacional de cine de la Cineteca Nacional, es La Casa de la radio (La Maison de la radio, 2012), realizado por Nicolas Philibert, quien nos guía en una jornada completa dentro de las instalaciones de Radio France, desde el noticiero matutino de las 7 a. m., hasta los preparativos del mismo a la madrugada siguiente.

En orden cronológico, Philibert muestra cada programa, la manera en que laboran locutores, productores, artistas, intelectuales; las grabaciones, los ajustes, los intersticios en cada barra. Rodado en el interior de ese amplio edificio, con unas tomas del exterior para ver dónde se asienta ese generador de información, diálogos, música; al lado del río Sena, el realizador organiza el cúmulo de imágenes filmadas para permitir apreciar la cantidad de trabajo forjado detrás de esas paredes.

Unas escenas las aglutina, comprimiendo el sonido de varias al mismo tiempo, para dar cabida al material e igual para hacer sentir que a la vez en un mismo instantes hay varias señales al aire, que en diversas frecuencias se está escuchando la emisora.

La excursión por Radio France se trasluce en los contenidos, en los programas especiales, en los planes y organización. El ajetreo del día se congrega en los informativos, con sus diversas secciones, o en llamadas telefónicas, o en el control para enfocar la aparente tranquilidad de una productora junto a la mesa mezcladora, quien al oír un párrafo leído sabe que sección es utilizable, repitiendo tomas para preparar la edición.

Por esa casa de la radio francesa e internacional concurre gente de la talla de Umberto Eco, Edgar Morin, Jean-Claude Carrière, en disertaciones o diálogos, en lecturas de artículos o expresiones de su peculio; en tanto en un estudio de grabación se alista una cantante de música clásica, repite sus ensayos, se agitan por una falla eléctrica o de sincronía. O las transmisiones nocturnas, los programas en que participan los escuchas, sus peticiones, la cercanía y camaradería que se crea con quienes les responden al teléfono.

Para dar cabida a la multiplicidad del trajinar, se va donde hay un evento deportivo, una carrera ciclista, narrada en directo siguiendo a los competidores en una motocicleta, o algún incidente especial que amerite la presencia y la transmisión.

Este conglomerado de acciones puestos en el documental, asientan los esfuerzos permanentes en una emisora de la categoría y prestigio de Radio France. Nicolas Philibert se entrega con su cámara con similar devoción que quienes colaboran en ella, en tareas que a algunos les sonarán sencillas o repetitivas, pero que adquieren la sintonía demandada, están al tanto de lo que acontece del otro lado de esa radio, se recargan y refuerzan.

Philibert se decanta por los bríos de unos, los toques precisos de aquellos; se aleja de pergeñar discursos de tiempos de crisis, de líos administrativos o financieros; capta las responsabilidades sabidas de cada cual; la atención y puntualidad en sus cometidos. En casi cien minutos apila la variedad sustanciosa de un día, para reconstruir lo que cabría en una semana o en un mes, o en los seis meses en que anduvo por esos pasillos, cabinas, micrófonos; o analizando cuáles de esos detalles dejar al descubierto, las repeticiones, los ensayos, las frases determinantes.

Con La Casa de la radio, Nicolas Philibert ejemplariza en lo valioso de cada sección y de las docenas o centenas de personas que las tienen a su cargo o cumplen un servicio que llegará a los oyentes en su ciudad, su país y por numerosas naciones a las que proveen de material informativo, musical, cultural.

Un documental imprescindible, matizado con salpicaduras de humor, acumulación de cuadros sobre la presión del instante, la corrección intensa, el tiempo volador, los trabajadores invisibles pero absolutamente necesarios para salir al aire con puntualidad, o para descargar y facilitar a conductores o locutores, a invitados especiales. Un espacio vivo en cada segundo y minuto de las veinticuatro horas de un día normal con sus ranuras de especialización, prioritarias, como deben ser cada una.

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