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Jacques Belin / Sud Ouest – 16 de junio de 1988

 ¡Dale, Lapébie! no es exactamente una película sobre el deporte. Es más bien un retrato. E incluso, me atrevería a decir, el dibujo de una pasión: la bicicleta. Durante veintiséis minutos, a través de paseos, conversaciones, cuyo único objeto es la bicicleta, Lapébie, disecciona, explica y consigue compartir con nosotros su amor exclusivo. Y entendemos mejor la nobleza ignorada de este deporte, el sufrimiento necesario para expresarlo, el combate que lleva a cabo contra la máquina, la suya propia y la de los demás. El mérito del documento es doble. Se debe al hecho de que lo ha dirigido un no especialista, Nicolas Philibert, un enamorado del alpinismo que, en dos meses, ha acumulado imágenes de ciclismo de una originalidad y una belleza exquisita. Y al sueño de Roger Lapébie, que pedalea sobre su hermosa bicicleta roja, solo o con su hermano, su sobrino, los suyos y nos transporta de repente al «blanco y negro» de antes de la guerra, al color humo casi borrado de los documentos originales, de un pasado lejano. Imágenes de archivo punzantes, sorprendentes, rodadas en versión acelerada en los puertos embarrados, que bajan a tumba abierta los grandes, los que han hecho la leyenda. ¡Y qué leyenda!

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