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La filiación y las raíces

Hay momentos en los que un cinesta siente necesidad de volver a sus raíces para buscarse a sí mismo. Para Nicolas Philibert, ese viaje implica « avanzar resueltamente hacia lo desconocido », indagar en los lazos que lo vinculan con et cine y rescatar, de forma simultánea, la memoria de su propia biografía. Ese itinerario es el que nos propone un film como Regreso a Normandía, un documental que otros podrían haber formulado como una mera evocación cinéfila, pero que disecciona el presente a partir de una mirada capaz de revivir el pretérito sin traicionar nunca el registro de lo contemporáneo.

Tres épocas históricas distantes y muy diferentes se alternan y se entrelazan en el transcurso del film : 1835, 1976 y 2006. En la primera, el joven Pierre Rivière degüella a su madre, su hermana y su hermano. Tras ser encarcelado, aquel taciturno campesino escribe su propia historia en un texto magnífico lleno de lucidez. Más de un siglo después, Michel Foucault descubre el manuscrito y lo publica, en 1973, acompañado de un estudio sobre et caso. Tres años más tarde, René Allio filma ese relato autobiográfico ( Moi, Pierre Rivière, ayant égorgé ma mère, ma soeur et mon frère...,1976 ) en una película interpretada por los campesinos de la misma zona en la que tuvieron lugar los acontecimientos. Un joven Nicolas Philibert ejerce como ayudante de dirección. Pasadas tres décadas, este último regresa a la Normandía en la que se rodó el film de Allio en busca de las personas que lo protagonizaron.

Los tiempos históricos, la vida cotidiana y actual de las personas reales, las imágenes de la película evocada, se mezclan, y a veces se superponen, sin otro hilo conductor aparente que la voz en off del propio Philibert, cineasta que habla en primera persona y que se autoreconoce como motor de la investigación. Los materiales utilizados multiplican la heterogeneidad de la propuesta: documentos, fotos, papeles manuscritos, guiones, imágenes fílmicas, paisajes diversos, localizaciones dispersas, relato en off, testimonios directos… Los termas surgen uno tras otro y se superponen también: el peso del pasado sobre el presente, la memoria personal y la memoria histórica, et sentido de la palabra y la función de la escritura, el misterio de una personalidad enigmática, el eco de ésta que reverbera sobre la misteriosa desaparición del campesino-actor que lo interpretó en el cine, la obstinación, los cambios impuestos por la vida…

Poco a poco, sin embargo, una corriente más profunda se hace oír entre las imágenes: son los vínculos de la filiación paterna, que se ramifican en múltiples direcciones, los que realmente configuran el sentido de la indagación. La motivación del asesino para cometer su crimen (proteger a su padre), la memoria de Joseph Leportier (intérprete del padre de Pierre Rivière en la película de 1976), los hilos que unen al cineasta Philibert con su maestro Allio (lazos que ya antes se habían hecho presentes en Un animal, des animaux, 1994); finalmente, el reencuentro del cineasta con la imagen perdida de su propio padre, que aparecía como figurante en el film de Allio.

La catarsis, sin embargo, elude toda afectación. En busca de la «buena distancia», Philibert no reconstruye el pretérito, sino que lo hace presente, no se conforma con las apariencias: observa, investiga, regresa una y otra vez a los lugares que filma, vuelve a conversar con sus protagonistas, a veces se detiene y se da por vencido; después reemprende la búsqueda y sigue filmando. Lejos de todo exorcismo emocional o privado, el cineasta regresa a sus orígenes para hablarnos de los nuestros.

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Desplazarse hacia arriba