Los jefes tienen la palabra
Jacques Mandelbaum / Le Monde – 19 de octubre de 2007
En 1976, Gérard Mordillat y Nicolas Philibert, entonces jóvenes ayudantes de realización, se lanzan juntos a la dirección de su primer largometraje documental, dedicado a los jefes de las grandes empresas. La Voz de su amo, producida por el INA y terminada en 1978, destaca, ya en aquella época y más aún en la actualidad, por su valor de archivo, ya que se trata de un documento excepcional. En primer lugar, estos jóvenes obtienen el consentimiento de doce de los empresarios más importantes de la época, cosa nada banal.
La otra virtud de la película está relacionada con la manera en que se ha realizado y la conciencia que tienen ya entonces los realizadores de estar asistiendo a una importante mutación en el paisaje económico francés, con el paso de un capitalismo empresarial a un capitalismo financiero. Con la resaca de los ideales de mayo del 68 y la presidencia de Valéry Giscard d’Estaing, Francia asiste a los primeros signos de la era neoliberal.
Para mostrar la agonía del cine militante, del dogmatismo de sus enunciados y el hecho de que el capitalismo ya haya cambiado de cara y haya ganado por la mano a los que denunciaban un discurso patronal a la antigua, Mordillat y Philibert rechazan la yuxtaposición del discursos patronal y obrero y sólo dan la palabra a la patronal, dejando a sus principales representantes una total libertad de palabra y la elección del lugar y las condiciones en que quieren se desarrolle la entrevista. Como máximo, introducen, a intervalos bien determinados, planos mudos de obreros en la cadena, bastante crueles a veces, es verdad, en contraposición al discurso que los precede.
El método es impecable: ¿qué mejor manera de revelar en el cine la personalidad de un interlocutor que dejar de su cuenta una parte considerable de la puesta en escena, la de su propia persona? Se invita, por tanto, a estos doce jefes a expresarse sobre su propia definición del poder y su legitimidad, el papel de los sindicatos y la hipótesis de la autogestión. El resultado es apasionante: está claramente anclado en aquel momento preciso en donde el discurso patronal, aún no exento de un cierto pudor, se dispone, en nombre de la modernidad, a reivindicar orgullosamente su verdad, que no es otra que la del beneficio.
En este sentido, La voz de su amo ocupa, en el terreno de la economía, un lugar similar al que ocupa, en el campo político, Une partie de campagne (1974) de Raymond Depardon, dedicado a la campaña de Valéry Giscard d’Estaing.