Por lo que respecta al violonchelo o a la interpretación, no es necesario presentar a Maurice Baquet. Por lo que respecta a la montaña, se trata de una antigua historia de amor, que Nicolas Philibert nos cuenta en 23 minutos y 46 segundos. Imposible comprender cómo Philibert consigue rodar la escalada, pero cada imagen, cada plano da buena cuenta, con una mezcla de ternura y precisión, de la hazaña. Contraluces y primeros planos. Y Baquet lleva, evidentemente, un equipamiento un tanto especial: su famoso violonchelo.

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