La defensa de la sanidad pública cierra la Berlinale con un delicado prodigio de Nicolas Philibert

Luis Martínez / El Mundo – 24 de febrero de 2023

La competición ofrece por último el melancólico documental ‘Sur l’Adamant’ al lado de las dos más torpes películas de la Berlinale: la animada china ‘Art college 1984’ y el thriller alemán ‘Till the End of the Night’.

Mantenía Foucault que la locura no existe fuera de las instituciones que la amparan, la asilan y, por último y por contradictorio que parezca, le dan sentido. La locura, en efecto, tiene sus propias reglas y sólo se entienden por «las formas de la sensibilidad que la aíslan y por los modos de repulsión que la excluyen». De otro modo, la locura es parte de nosotros como sociedad y como individuos aislados. Nicolas Philibert está tan convencido de todo lo anterior que el documental Sur l’Adamant con el que se cerró la competición del Festival de Berlín es básicamente un ejercicio de cine compartido; de cine en común; de cine comprensivo; de cine demente en su vocación empática y también simpática; de cine consciente de que el cine es de todos o no es. Como la sanidad.

La película se limita a seguir la cotidianidad de un centro de día que, en el corazón de París, atiende a adultos que sufren problemas mentales. El hecho de que la institución sea una especie de estructura flotante sobre el Sena remite de forma necesaria a L’Atalante, de Jean Vigo(aunque sólo sea por el recuerdo del frenesí, que también era locura de amor, con el que Jean Dasté buscaba a su amada de entre las aguas). La cámara de Philibert, como es regla en su filmografía, no incomoda, tampoco se mantiene al margen con ese falso objetivismo de documentalista pedante. El director de obras mayores como Nénette o la ya mítica Ser y tener abraza a cada uno de sus personajes con la mirada y se los ofrece al espectador con una delicadeza y ternura admirables.

La locura deja de ser en la película de Philibert un lugar de exclusión para transformarse en el espacio de encuentro donde unos pelean con sus demonios, otros se preguntan por el talento también loco de Van Gogh o Jim Morrison, y los últimos confían en que cristales misteriosos capturen las mala vibraciones que les torturan. Y mientras, cantan, ven cine, pintan, se abrazan y toman café bien fuerte. No se trata de idealizar nada. Mucho menos de disfrazar con buenos sentimientos el horror desnudo que sufren algunos. Tampoco de denunciar en el sentido agrio al que nos hemos acostumbrado de un tiempo a esta parte. La idea es justo la contraria. Sur l’Adamant es un homenaje claro, transparente, emotivo y muy profundo a la sanidad sana, a la sanidad responsable, a la sanidad con medios, a la sanidad pública, a la sanidad, como la propia locura, de todos. Y en todo ello, la denuncia. Hemos llegado.

Se trataba del único documental rigurosamente documental en la sección oficial y justo es que es que en su singularidad acabara por cerrar el festival.

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